
“Un perro tiene un objetivo en la vida… otorgar su corazón.”
JR Ackerley
La oxitocina es la llamada hormona del amor. Miles de estudios muestran que los niveles de esta hormona aumentan considerablemente cuando nos enamoramos y tenemos relaciones sexuales además de, en los procesos relacionados con la reproducción, el parto y la lactancia.
Este oligopéptido se libera de dos maneras, como neurotransmisor, estimulando las zonas de nuestro cerebro relacionadas con la excitación sexual, durante el orgasmo se dispara, o viajando por el torrente sanguíneo hacia la parte del cuerpo en la que provoca el efecto deseado, en el caso de la lactancia, secretando leche por el pezón.
Además, la oxitocina potencia las relaciones sociales, las de pareja y nos vuelve más generosos. Nos hace más compasivos y amables. Reduce los efectos del estrés, disminuye el cortisol, baja la tensión arterial, disminuye nuestro ritmo cardiaco, nos produce bienestar y relajación e induce sentimientos de afecto positivos.
Aparte de fomentar el amor, la memoria y disminuir la ansiedad, es capaz de gestionar emociones como la rabia y controlar la agresividad. Promueve un crecimiento del umbral del dolor, aumentando, además, la confianza, la empatía y la generosidad.
Una caricia, un beso o un abrazo generan un aumento de oxitocina en nuestro organismo. Lo novedoso es que, estudios recientes han demostrado que mirar o acariciar a nuestra mascota nos provoca un subidón de esta hormona.
Según una investigación de la Universidad Azabu de Sagamihara en Japón, publicada por la revista Science, cuando un perro y su dueño se miran a los ojos se produce en ambos un “chute de oxitocina” que refuerza los lazos de unión entre los dos.
El estudio se basó en la observación de treinta sujetos y sus mascotas. Un primer test reveló que las personas que más decían querer a sus perros eran las que más los miraban a los ojos. Lo que demostró la importancia de la mirada en la relación entre ambas especies.
Lo más sorprendente fue que se observó que, cuanto más miraba un perro a su dueño, más aumentaba el nivel de esta hormona ¡en ambos!
En otro artículo de Science, Evan MacLean y Brian Hare, investigadores de la Universidad Duke de Durham en EEUU, señalan: “los perros se han aprovechado de nuestra sensibilidad parental, utilizando conductas como mirarnos a los ojos, para provocarnos sentimientos gratificantes y actitudes protectoras”
Esta unión que se produce entre ambas especies, tiene su origen en la misma red neuronal que fortalece la relación entre madres e hijos durante la lactancia.
El contacto estrecho entre canes y humanos durante miles de años justifica que los perros se hayan familiarizado y respondan, de manera espontánea, a gestos humanos como señalar con un dedo, seguir la dirección de la mirada o comprender perfectamente palabras y órdenes, incluso hasta reconocer si estamos alegres o tristes.
Las estadísticas en España son tajantes, hoy en día existen más hogares con mascotas que con niños menores de 15 años. El vínculo que se crea con ellos ayuda a muchos a combatir la soledad.
Los perros han pasado de ser esos animales que se tenían para defender una casa a formar parte de la familia siendo uno más.
Quien tiene una mascota, tiene un tesoro.
Los perros como nuestras mascota, nos pueden enseñar mucho para nuestro comportamiento