El coaching es una herramienta tremendamente poderosa y cuando se enfoca en un grupo de trabajo, los beneficios se multiplican.
Se crea un ambiente cálido y cercano de complicidad en el que los participantes se sienten comprendidos y, a la vez, libres de prejuicios a la hora de expresar sus sentimientos, emociones o puntos de vista.
Un espacio de aprendizaje en el que descubrir que los retos o dificultades que surgen en la vida no son problemas individuales. Los participantes intercambian sus experiencias ante una misma situación con el fin de ayudarse mutuamente y ampliar el campo de visión del grupo. Lo que es decisivo a la hora de tomar decisiones y reflexionar sobre los resultados.
Como en una sesión individual, se establece el objetivo, se analiza la realidad en la que se encuentra esa persona, cuál es su situación actual, se consideran las diferentes opciones, acciones y estrategias que existen y se diseñan acciones de acuerdo a un plan de acción.
En una sesión de coaching grupal cada participante tiene su turno para hablar, en ese momento, es libre para expresar todo aquello que necesite compartir.
Después, los demás participantes le hacen preguntas con el fin de ampliar su campo de visión, para que sea capaz de ver más allá y tomar acción. En el coaching grupal se comparten sugerencias, ideas, puntos de vista diferentes y se propone un objetivo para que el participante mejore su situación.
Descubrir que no estás solo, que las dificultades se pueden compartir para encontrar soluciones genera una experiencia de vida increíble, solidaria y empática que nos hace ser consciente de la magia que supone formar parte de un grupo. Saber que no estamos solos.
La sensación después de una sesión grupal es de plenitud, de alegría, de saber que formas parte de una red, que no estás solo, que siempre va a haber alguien que, quizás, tenga la solución a lo que te está sucediendo.