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Ser inculto está de moda

Por 28 octubre, 2019 Empieza a comentar

Sí, estás leyendo bien, ser analfabeto, en este país, está de moda.

Hace unos días me enviaron un vídeo de Jesús Quintero (el loco de la colina) en el que hacía una profunda reflexión sobre este asunto.

Ser ignorante está de moda, la gente ya no quiere pensar y mucho menos discernir.

Hace años, ser analfabeto era una vergüenza, la persona que no sabía ni leer ni escribir firmaba con su huella digital o dibujaba una X en lugar de escribir su nombre. Eran analfabetos porque, por los motivos que fuesen, no habían tenido acceso a la educación, no habían podido ir a la escuela.

Sin embargo, los analfabetos de hoy en día, saben leer y escribir, pero no ejercen. Los escuchas jactarse de no haber leído ni un libro en todo un año, es lo que “mola”. No manifiestan gusto alguno por la cultura, la filosofía, las letras, las ciencias. No muestran ningún atisbo de curiosidad por adquirir conocimientos. Cualquier tema que les obligue a pensar, no tiene para ellos el más mínimo interés.

Y este grupo, en sus orígenes pequeño, se está convirtiendo en una multitud gracias a la televisión.

La televisión es una gran generadora de incultos. Programas hechos a medida para este tipo de espectador que sólo quiere que la tele le entretenga de aquella manera.  En los que los protagonistas no saben ni hablar, programas morbosos, patéticos, para espectadores cuyo cociente intelectual deja mucho que desear. En los que los protagonistas pierden su dignidad y eso gusta. Accidentes de niños transmitidos en directo, día tras día, hasta el fatal desenlace porque, temas como este, entretienen y, lo más importante, generan audiencia, eso sí, pasado un tiempo, ya nadie se acuerda de ellos y a otra cosa mariposa. Telediarios que, menos informar con ecuanimidad, hacen cualquier otra cosa. Cuanto más drama, más cotilleo, mejor.

Lo preocupante es que esta legión de ignorantes está generando tendencia y cambiando el mundo. Todo se adapta a ellos, a su escaso entendimiento, cualquier asunto banal, que no requiera pensar tiene, ya, su programa de televisión porque tener entretenida a este tipo de gente es muy rentable. Hay que tener en cuenta que, estas personas, resultan muy manejables y, fácilmente, influenciables.  No piensan, ni quieren (eso les dejaría extenuados). Y claro, como en toda sátira ya existen “encargados” de pensar por ellos y dirigirlos como el pastor dirige a su rebaño hacia el precipicio. Si alguien dice a la derecha, todos a la derecha, si a la izquierda, a la izquierda y así con cualquier asunto importante.

Yo, a todo esto, me opongo. Soy consciente de que es una lucha sin cuartel, pero mientras pueda aportar mi granito de arena a la cultura, al amor al conocimiento, mientras pueda animar a la gente a pensar por sí misma, lo haré. Somos unos pocos, pero podemos ser más. Me niego a que me distraigan con gilipolleces y, mientras tanto, decidan por mí.

A mis hijos siempre les digo que el cerebro es un músculo y, como tal, si no se ejercita se atrofia. No dejemos que esto ocurra, por pocos que seamos aún estamos a tiempo.

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