Coaching

Regala amabilidad

Por 21 diciembre, 2021 Empieza a comentar

«Que nadie llegue jamás a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz»

Madre Teresa de Calcuta

Un día estaba Luis paseando por el barrio y se le acercó una chica de unos 35 años.  

-Me llamo Ana-, le dijo -y quiero darte las gracias porque hace unos meses me salvaste la vida- 

Luis abrió los ojos y le preguntó – ¿cómo, si ni siquiera te conozco? – 

-Verás-, continuó Ana, -ese día salí a la calle con la firme decisión de tirarme a las vías del tren, estaba desolada, sentía que no valía para nada, que mi vida estaba vacía, que no le importaba a nadie. Por casualidad, tropezamos y ambos caímos al suelo, enseguida tú te giraste hacia mí con una sonrisa y, mientras te incorporabas me dijiste, ¡ay! Lo siento mucho, por favor discúlpame. ¿Te encuentras bien?, Y me ayudaste a levantarme-

Ana prosiguió, -No te imaginas el impacto que ese gesto de amabilidad tuvo en mí. De repente sentí que sí, que aún le importaba a alguien, que había quien se preocupaba por mí y quería saber cómo estaba. En ese momento pude ver que no todo estaba perdido, que había un rayo de luz, que debía cuidarme. – 

La amabilidad está en desuso y hay que volver a ponerla de moda. Como diría Victor Küppers :“Vamos por la vida como pollo sin cabeza”, centrados en nuestro ombligo, incapaces de mirar a los ojos a los que nos rodean.  

Vivimos una época en la que las personas confunden amabilidad con debilidad y esto no es así. La amabilidad es un regalo que hacemos a los demás, aunque el otro no lo entienda, aunque no recibamos gratitud a cambio. Es un regalo que también nos damos a nosotros, ya que, practicarla hace que nos sintamos mejor y que desarrollemos la empatía, favoreciendo con ello nuestro crecimiento emocional y personal.   

La amabilidad es dar valor a las personas. Todos poseemos un “gen” amable. Estudios recientes afirman que bebés de tan solo 6 meses están predispuestos a ayudar y tener conductas generosas hacia los demás y, hasta los 7 u 8 años un niño es colaborativo por naturaleza. 

Una persona amable es alguien que pone el foco en su igual. La amabilidad, bien entendida, es propia de una persona culta, cívica, empática, educada, cordial, de alquien que trata al prójimo con delicadeza. 

Cuando somos amables estamos diciéndole al otro que nos importa, que lo respetamos y que nos alegra verlo. Además, lo hacemos altruistamente porque en muchas ocasiones somos amables con desconocidos. Un “buenos días”, un “gracias”, un “por favor”, una sonrisa, un “¿cómo estás?” …ser amable es amar, es cuidar. 

Una persona amable es la que tiende puentes hacia el otro, incluso aunque sea por un instante y es esta unión la que nos vuelve más humanos, más humildes. 

En un mundo cada vez más individualista, en el que priman las prisas, el consumismo y el estrés retomemos la práctica de la amabilidad. Dejemos las pantallas a un lado y levantemos la cabeza ofreciendo la mejor de las sonrisas al ser que tenemos delante. 

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