Coaching

Practica la escucha

Lo mejor para motivar a una persona es escucharla.  (Anónimo)

Estamos en uno de los momentos más individualistas en la historia de la humanidad. Desde hace ya unos años podemos afirmar que, compartimos más a nivel digital, redes sociales y demás, que en nuestra vida “real”. Y esto está originando serios problemas. 

Si tenemos en cuenta que, una característica inherente al ser humano es su sociabilidad y que, cada vez más, nos estamos aislando, no hay que ser un lumbreras para poder adivinar los efectos que esto producirá a corte, medio y largo plazo en nuestra sociedad.  

Ya, en 2019, la Organización Mundial de la Salud, (OMS) alertaba, en un estudio, sobre el aumento de los suicidios a nivel mundial, “a pesar del progreso, sigue muriendo una persona cada 40 segundos por suicidio. Las tasas de suicidio son más altas en países que presentan mayores ingresos y son tres veces más elevadas en los hombres que en las mujeres”.  

En España se suicida una persona cada dos horas y media y, por cada suicidio hay 20 intentos que no se llegan a consumar.  La tendencia en los últimos años es de crecimiento constante. Siendo la principal causa de muerte no natural en nuestro país, produciendo el doble de muertes que los accidentes de tráfico, 11 veces más que los homicidios y 72 veces más que la violencia de género, siendo también, después de los tumores, la principal causa de muerte en la juventud española de 15 a 34 años. (Observatorio de biopolítica, informe del suicidio en España, actualización 2022) 

La pandemia, los nefastos efectos de los confinamientos y el miedo que se inocula a la población día tras día, entre otros, han hecho que, estas cifras aumenten dramáticamente. Sin embargo, del suicido no se habla, como tampoco se están implementando políticas eficaces para prevenirlo. 

Que una persona tome la determinación de quitarse la vida es el resultado a una situación de sufrimiento insoportable. Podemos creer que hay problemas que no tienen solución, que no hay vuelta atrás y que, poniendo fin a nuestra vida pondremos fin a nuestro dolor, sin embargo, en muchas ocasiones se puede evitar porque, estar a salvo y volver a disfrutar de la vida sí es posible.  

El suicidio no es un problema individual sino social. Por eso, es muy importante que aprendamos a escuchar a los demás, que ampliemos nuestro campo de visión y observemos más allá de nuestro ombligo, que recobremos una pizca de humanidad, que aprendamos a poner la atención en el otro, en lo que nos cuenta, en cómo se siente, en si está solo, en cuál es la situación que está viviendo, en si necesita ayuda…  

A nuestro nivel, siempre podemos hacer algo, aportar nuestro granito de arena, escuchando pacientemente, observando, haciendo todo lo que esté en nuestras manos para que esa persona llegue a ver a un especialista que lo trate y, puede que así, ejerciendo nuestra humanidad, salvemos una vida que merecía ser vivida. 

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