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Que no te engañen, cómo detectar a un mentiroso

Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, mentir es “decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa”.  Engañar es «dar a la mentira apariencia de verdad» o «inducir a alguien a tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras y de obras aparentes o fingidas»

En ciertas situaciones en las que la comunicación verbal es altamente ambigua, sólo el 7% de la información se le atribuye a las palabras, mientras que el 38% se atribuye a la voz (entonación, proyección, resonancia, tono…) y el 55% al lenguaje corporal (gestos, posturas, movimientos de los ojos, respiración…) El ser humano es biológicamente un animal. Una especie de primate con menos pelo, que ha aprendido a caminar sobre dos piernas y que disfruta de un cerebro inteligente y avanzado. Pero, y es aquí donde debo hacer hincapié, dominado por reglas biológicas que controlan sus acciones, reacciones, lenguaje corporal y gestos.

En líneas generales, cuando una persona es consciente de que está diciendo una mentira su cerebro emitirá una serie de señales que la traicionarán. Lo que dice no se corresponde con sus movimientos, sus gestos, su lenguaje corporal. Si somos observadores seremos capaces de detectar el engaño, de observar los  indicios verbales y no verbales que provocan las emociones en el cerebro de una persona que es conocedora de que está diciendo una mentira. La persona que miente no se siente cómoda al reforzar con gestos sus respuestas verbales y éstas tienden a ser artificiales. A lo largo de una conversación, el mentiroso irá proporcionando claves  que nos indicarán si lo que dice es cierto o no.

El lenguaje verbal

Un mentiroso,  sabe que tiene que convencer con lo que dice, por ello, hablará más lentamente y hará pausas más largas de lo normal. Este proceso de elaborar una conversación basada en mentiras que tiene que ir hilando y elaborando, le tomará varios segundos, por lo que crea un silencio entre la pregunta y la respuesta. El mentiroso piensa mucho lo que dice y calcula muy bien sus palabras, controlando la información que da para no ser descubierto. Esta precaución que debe tomar es lo que produce, en su caso, la lentitud y vacilación al hablar.

Si dudas sobre lo que te está contando y le haces una pregunta para confirmar, te pedirá que se la repitas y así ganará tiempo para elaborar una respuesta a su medida.

Tú: ¿Estuviste ayer en casa de Ana?

Mentiroso: ¿Qué si estuve ayer en casa de Ana? No

Por el contrario, si el mentiroso se ha preparado bien la respuesta a una pregunta acelerará bruscamente su ritmo de habla y responderá a tu pregunta de manera precipitada, casi sin que le dé tiempo a respirar.

Cuando una persona sincera cuenta una historia, como lo que dice es cierto,  la llena de detalles, tiende a dar detalles precisos, incluso irrelevantes.

La reacción normal del mentiroso a la hora de dar su versión es no dar detalles. Si se dan, se hace de forma ambigua. Puede dar respuestas poco plausibles o difícilmente admisibles.

Cuando se le pregunta por el hecho directamente, lo normal es la negación total. Por ello, no debe cometerse el error de hacer preguntas cerradas que se contesten con un sí o un no.

—¿Es usted un ladrón?

—No (respuesta es firme).

Mentir, mentir no miente al decir que no es un “ladrón” sin embargo, puede ser que sí haya cometido un robo alguna vez. Considera que eso no es ser un ladrón y, por tanto, contesta que no.

En personas que se han preparado para responder preguntas comprometedoras, suele aparecer la negación enfática del hecho, con una modulación o atenuación que resulta sospechosa, y a veces reveladora de mentira, buscando desviar la responsabilidad personal:

  • “No, que yo sepa”
  • “No, si entendemos por…”
  • “No, hasta donde yo sepa”,
  • “Hasta donde yo pueda saber…”

El mentiroso intenta reforzar sus manifestaciones con expresiones como:

  • Ciertamente, verdaderamente.
  • Si te digo la verdad.
  • Sinceramente

La persona que dice la verdad no necesita la ayuda de estas expresiones. Lo que hará es enfadarse porque no la crean.

Por ello podemos decir que hay indicios verbales de mentira y podemos desconfiar de alguien cuando insiste en que nos está diciendo la verdad. Puede pasar que quiera algo de nosotros o que pretenda manipularnos.

Cuando la persona es sincera, cuando dice la verdad,  utiliza descripciones realistas del suceso a narrar. La actitud del mentiroso le lleva a utilizar palabras que atenúan la gravedad de lo ocurrido. Intenta que la distancia que quiere poner entre ellos y el acontecimiento llegue a convencer de que no está implicado en el asunto.

En situaciones de ansiedad y estrés la voz humana se vuelve más aguda elevando su tono. La persona tiene más dificultad para modular la voz y entonar. Puede aparecer una ligera afonía. Se tiene que prestar atención a los cambios de voz ante las preguntas clave. El habla posee un patrón consistente casi rítmico. Cuando alguien se pone nervioso este patrón se vuelve más lento, inconsistente y con errores en el habla debidos al nerviosismo y al esfuerzo mental que necesita para controlar lo que va diciendo.

El lenguaje corporal

En cuanto al lenguaje no verbal, el mentiroso, por mucho que lo intente cometerá errores, hará  gestos, inconscientes, que lo delatarán. Los siguientes gestos se deben leer dentro de un conjunto de gestos y en un contexto determinado.

La postura de la persona sincera suele ser «abierta», frontal, inclinada hacia delante y alineada con la persona a la que le habla, vamos que va de frente. Sin embargo, el mentiroso tiende a apartar su cuerpo del entrevistador y a alinearse de forma oblicua, como si esquivase a su interlocutor. Tiende también a inclinarse más hacia delante para apoyarse, como si necesitase buscar seguridad en lo que dice. Adopta una postura rígida y defensiva, con muy pocos cambios corporales, con gran tendencia a la inexpresividad. Emplea menos gestos demostrativos, es menos expresivo que un hablante sincero. Ya que se está inventando lo que cuenta y en ese discurso es muy probable que haya ausencia de emotividad.

Cuando un niño de corta edad dice una mentira,  se lleva  automáticamente la mano a la boca. Un adulto que miente refinará ese movimiento, se  tocará la cara con las manos,  las orejas y el cabello, se frotará la nariz; hará como si retirase hilos reales o imaginarios de la ropa, se sacudirá el polvo, se  colocará bien las gafas, jugará con el pelo, jugará con  collares, pendientes o joyas. Estas señales son  indicios de mentira cuando aparecen sistemáticamente asociados a respuestas específicas sobre el tema que se investiga.

Durante la conversación, el mentiroso, inconscientemente se tapará la boca ya que el cerebro le ordena que elimine las palabras de engaño que está diciendo.

O se frotará un ojo, en un intento por parte del cerebro de bloquear la visión de un engaño, lo mismo que cuando un niño pequeño no quiere ver alguna cosa se tapa los ojos con una o ambas manos.

Cruzará brazos o piernas más frecuentemente que los que no mienten.  Plantará una barrera sutil con su cuerpo.

La sonrisa es una de las formas habituales de disimular una emoción. La risa nerviosa es un indicador típico de ocultación. 

La mirada esquiva o huidiza señala al mentiroso.  Al responder a una pregunta, el mentiroso mirará a otro lado justo antes de responder o durante las primeras palabras de la respuesta. . 

Se pondrá nervioso y ello provocará  falta de control de las extremidades: se le escapará una patada seca contra otra silla, moverá los pies incesantemente o cogerá algún objeto y lo tendrá en la mano, dándole vueltas, como pisapapeles, bolígrafos,  gafas cualquier objeto que pueda manipular y  le ayude a calmar los nervios.

El estrés que le produce mentir hará que aumente su sudoración, le sudará el labio superior. Se rascará la nariz ante preguntas comprometedoras.  Es lo que se conoce como el efecto Pinocho: al mentir se dilatan los vasos sanguíneos de la nariz de forma que ésta se hincha.

Al mentiroso se le secará la garganta, esto se debe a que cuando estamos nerviosos secretamos menos saliva y por consiguiente se nos seca más la boca. Carraspeará, toserá, beberá agua

Mantener una mentira conlleva un esfuerzo mental intenso, el mentiroso tenderá a arrugar la frente y el entrecejo o a apretar los labios.

Su respiración se agitará, suspirará.

Un mentiroso tendrá contracciones involuntarias de párpados y cejas y parpadeará más que una persona que está diciendo la verdad.

Si está sentado se revolverá en su asiento y si está de pie tenderá a moverse

Como tiene que armar la mentira vacilará al hablar, se le trabará la lengua

Pillar a un mentiroso, sobre todo si es un experto, es complicado aunque no imposible. Si somos observadores y estamos atentos a su lenguaje verbal y, sobre todo, a su lenguaje corporal podremos cazarlo. Te invito a que, a partir de ahora, observes a las personas y te guíes más por sus gestos que por la historia que te cuentan. Te garantizo que te llevarás muchas sorpresas y esquivarás posibles problemas.

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