
Al afrontar un reto, ¿eres de los que no te das por vencido hasta conseguir tus metas o te rindes con el primer fracaso? ¿dudas de tus capacidades o confías plenamente en ti? ¿crees que estás a la altura y puedes conseguir el objetivo o piensas que es imposible?
La autoeficacia es la fe que tenemos en nuestras habilidades para obtener éxito frente a las diferentes situaciones que se nos plantean.
Es la creencia que cada uno tiene acerca de su capacidad para organizar y ejecutar las acciones requeridas y para manejar las diferentes situaciones que se nos presentan en la vida. Estas creencias determinan cómo pensamos, nos comportamos y nos sentimos.
Por esta razón, la autoeficacia desempeña un papel importante no sólo en cómo nos sentimos con nosotros mismos, sino en nuestra actitud y posibilidades para alcanzar con éxito nuestros objetivos y metas en la vida.
Algunas veces, al inicio del taller, suelo pedir a algunos voluntarios que se levanten y que realicen un salto de longitud. Antes de saltar les digo que pongan una marca en la distancia que creen que van a alcanzar. Lo normal es que la mayoría supere, con creces, esa marca.
Esto me sirve para explicar que, en líneas generales, tenemos poca confianza en nosotros mismos y que somos capaces, en muchos ámbitos de la vida, de llegar mucho más lejos y de dar más de sí de lo que imaginamos.
Las personas que poseen una autoeficacia alta son aquellas que ven los problemas como retos, como algo que hay que superar. Se involucran realmente en las tareas o trabajos en los que participan, y no decaen frente al fracaso, es más, lo toman como un aliciente para continuar. Suelen ser personas comprometidas.
Las personas con una autoeficacia baja, sin embargo, evitan cualquier reto o problema. Creen que no son capaces y pierden la confianza en sí mismos rápidamente, se centran en el fracaso y en lo negativo.
Aunque las creencias que poseemos sobre nuestra autoeficacia se originan en la infancia, el crecimiento y desarrollo de estas creencias no termina en la juventud, sino que continúa evolucionando y desarrollándose a lo largo de la vida, al aprender nuevas habilidades y conocimientos.
Cómo aumentar la autoeficacia: 1-Divide tu meta en pequeñas sub metas y ve poco a poco logrando pequeños objetivos. Recuerda, Roma no se conquistó en un día. Cada logro será una pequeña victoria. 2-Fíjate en personas que hayan logrado con éxito un objetivo semejante al tuyo, te ayudará a pensar que si ellos pudieron tú también podrás. 3-Júntate con personas que sumen y no que resten. Personas que te apoyen y animen en tu propósito, en lugar de desanimarte o decirte que algo es imposible. 4-Vigila tu estado anímico y tu estrés, ya que ambos influirán de una manera u otra en tu autoeficacia.
Y recuerda, una persona que tenga mayor autoeficacia sobre sus capacidades para realizar determinados comportamientos, estará mejor preparada para el afrontar las diferentes situaciones estresantes que se le puedan plantear, así como para analizar y canalizar mejor sus recursos.