
Justo detrás de la frente, está la región cerebral encargada de la toma de decisiones, de la planificación. Cuando te enamoras de una persona, la actividad neuronal de esa región se desconecta. Se desactiva la zona del cerebro encargada del juicio social y de la evaluación, se va apagando para que puedas obviar todo tipo de prejuicios sobre tu pareja. Pasas por alto todo lo que no te gusta y te centras sólo en lo que sí te gusta, siendo incapaz de ver sus defectos. Se trata de un rasgo evolutivo, que contribuye a preservar la especie aumentando las posibilidades de procreación.
Por esta razón, en ese momento te dará igual si esa persona está casada, si te está engañando, si vive en otro lugar o si, realmente, no es para ti, porque serás “incapaz” de verlo. Todas las alertas se silencian al haber descendido la actividad cerebral en esa zona. Sólo verás ¡qué guapo es! ¡qué mono! ¡qué simpático! ¡qué educado! ¡qué bien besa! ¡es fantástico!
Por suerte, con el tiempo, mientras vas conociendo a esa persona y crece el vínculo, las zonas del cerebro encargadas de la toma de decisiones recuperarán su actividad y volverás a verlo todo con más claridad.
Si te estás enamorando locamente de alguien, conócelo bien, espera unos años antes de tomar una decisión que te podría cambiar la vida.