
Cada vez es mayor el número de personas que abrazan la soltería no porque así lo deseen, sino porque se quejan de que hoy en día encontrar pareja es tremendamente complicado. Cuando les preguntas el por qué, responden: “el mercado está fatal. ¿encontrar pareja y que funcione?, antes colonizamos marte”
¿Te has planteado que, quizás, no sea el mercado lo que está fatal?
Nos hemos vuelto demasiado exigentes y, conforme va pasando el tiempo, más exigentes nos volvemos aún. Oímos casos de amigos que terminan con una relación y en tiempo record han encontrado, de nuevo, pareja, mientras que nosotros estamos aún enfrascados analizando el por qué de nuestra desgracia.
En la sociedad de hoy existe un cierto inconformismo enfermizo. Conocemos a alguien que podría ser, pero nunca es del todo el adecuado, y lo peor es que cuanto más tiempo pasamos solos, más exigentes nos volvemos. Renunciar a nuestra comodidad, a nuestro modo de vida, a nuestras manías tiene un precio que no estamos dispuestos a pagar. Eso sí, luego nos quejamos de que es el mercado el que está muy mal. Formalizar una relación conlleva una serie de concesiones que no entra en nuestros planes realizar. No se trata de encontrar a alguien, se trata de ser capaz de mantener a ese alguien en nuestra vida. Buscamos una pareja que nos resulte atractiva y que posea cualidades como sentido del humor, honestidad, fidelidad, seguridad en sí mismo, inteligencia, generosidad, que sea buen amante, que tenga una situación económica resuelta, que sea deportista y se cuide, que nos respete…
Debemos estar abiertos a conocer a personas que puede que no posean alguno de los requisitos de nuestra lista infinita. Se trata de estar receptivos, de ser pacientes, de saber ver más allá, de no quedarnos sólo en nuestra lista de exigencias, de abrirnos, de dejar los prejuicios fuera y de dar y darnos una oportunidad.
Si realmente lo que deseamos es encontrar pareja, ese compañero/a de vida, debemos bajar a la tierra, analizar cuál es nuestra situación. Puede que después de meditar sobre nuestra realidad, lleguemos a la conclusión de que estamos bien solos, de que somos felices estando solteros y justo en ese momento, surgirá, sin buscarla, esa persona que se acoplará a nuestra vida como si se tratase de la pieza final de un puzle.