Coaching

Educación Emocional en las aulas

Desde 2014, Canarias es la primera Comunidad Autónoma que hace obligatoria la Educación Emocional en los colegios. Alumnos de primero a cuarto de primaria, de 6 a 9 años, tienen 90 minutos semanales de Educación Emocional. En un horario que ha sido posible gracias al recorte de las clases de Matemáticas y Lengua, la asignatura les enseña a identificar sus estados de ánimo.

Al principio no fue fácil, ya que muchos profesores se opusieron, sin embargo, los cambios dentro del aula no se han hecho esperar. “Ahora se lo piensan mucho antes de insultar a un compañero o juzgarle. Han perdido el miedo a decir que se sienten tristes, y buscan soluciones”, explica Mónica Viña, directora del colegio público La Laguna de la isla de La Palma.

Etimológicamente, emoción viene de E= energía y MOTION= moción, movimiento. Energía en movimiento. Esa energía en movimiento nos trae información de cómo nos sentimos con lo que estamos viviendo en un momento concreto y nos dirige hacia una acción.

Las emociones nos permiten comunicarnos e identificar aquello que es bueno y malo para nosotros. Son indicadores de nuestro interior, señales que nos avisan de que hay una necesidad que necesita ser cubierta.

En nuestro contexto cultural, se nos enseña a ser racionales y a no mostrar determinadas emociones, sobre todo aquellas que se han, mal llamado, negativas. Sin embargo, sentir emociones es lo que nos hace humanos. A diferencia de los reptiles que sólo tienen instintos básicos y no pueden sentir emociones, los mamíferos tenemos amígdala y podemos sentir. Es más, los seres humanos podemos “racionalizar” lo que sentimos, de ahí la evolución de nuestro cerebro hacia un córtex más extenso. Podemos encontrar una explicación a lo que estamos sintiendo en un momento determinado, lo racionalizamos y si no es bueno para nosotros lo podemos cambiar. Las emociones primero, se sienten y luego se racionalizan. Hay que aceptarlas, hay que vivirlas. Debemos ser conscientes y responsabilizarnos de ellas para nuestro bien mental.

Las emociones ni son positivas ni son negativas, todas, con independencia de las sensaciones agradables o desagradables que nos produzcan, absolutamente todas, nos sirven para algo. Conocer bien las emociones pasa por permitirnos sentir y no reprimir lo que sentimos. Son nuestras aliadas, nuestras compañeras de viaje. Lo que ellas nos dicen, de lo que nos avisan, está orientado a preservar nuestra salud.

Por ello, es fundamental enseñar a nuestros hijos Educación Emocional. Para que aprendan a desarrollar herramientas y recursos que les serán necesarios para interpretar la vida, relacionarse de manera positiva y salir airosos de situaciones difíciles. Confiando en ellos y dejando que expresen libremente sus emociones, fomentando el diálogo desde que son pequeños, para que crezcan con las habilidades de comunicación necesarias y, se conviertan en adultos capaces de negociar y de llegar a acuerdos con otras personas.

Practicando la escucha activa, escuchando con conciencia plena, concentrándonos en el mensaje que nuestro interlocutor nos quiere comunicar. Cuando alguien se comunica con nosotros no sólo expresa lo que dice en palabras, sino que también habla su lenguaje no verbal y sus emociones.

Fomentando el autoconocimiento emocional, conociendo las propias emociones y siendo capaces de etiquetarles.

Es una manera de enseñarles a ser felices para toda la vida. A ser más reflexivos, empáticos y respetuosos. A saber dar y recibir, querer y ser queridos. A celebrar el éxito del prójimo. A hacerlos más fuertes y resilientes. A que aprendan  que sólo les debe afectar lo importante, y a no actuar por impulso. A que unas veces se gana y otras se pierde. A disfrutar de esos pequeños detalles que nos hacen la vida maravillosa.

 

 

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