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Coaching de Salud

Por 24 octubre, 2018 Empieza a comentar

Las enfermedades no transmisibles, relacionadas con el estilo de vida, son las responsables del 87% de las muertes en España y los países de nuestro entorno. Cuando hablamos de enfermedades no transmisibles hacemos referencia a dolencias que no son contagiosas.  De estas, las cuatro que más muertes ocasionan son: la diabetes, el cáncer, las enfermedades crónicas pulmonares y las enfermedades cardiovasculares. Estas enfermedades están, directamente, ligadas a estilos de vida poco saludables y no son sólo la principal causa de muerte, sino que, según el informe  de la OMS sobre la situación global de las enfermedades no transmisibles,  son  cada vez  más frecuentes. Por ello, toda medida que contribuya a la prevención de estas dolencias deberá ser bien acogida.

España es el segundo país con mayor esperanza de vida de la OCDE, los españoles viven una media de 83 años y las estadísticas hablan por sí solas.

Según una encuesta del CIS, el 50,1% de los españoles no se alimenta como debería, hacen sólo tres comidas al día y dietas poco saludables, comida basura, bebidas azucaradas, ingesta  pobre en frutas y verduras, demasiada carne y poco pescado. El 17% de la población se considera obesa y esta cifra va en aumento. Enfermedades asociadas a la obesidad y al sobrepeso como, hipertensión, diabetes, problemas en la articulaciones,  problemas respiratorios e incluso algunos tipos de cáncer, aumentan irremediablemente.

En cuanto al tabaco,  el número de fumadores desciende al 22% de la población, la cifra más baja de los últimos 30 años, según la Encuesta Nacional de Salud 2017 del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Un 10,4% de los españoles  fuma una cajetilla al día y el 9,3%, entre 6 y 10 cigarrillos al día. La buena noticia es que hay un 27,1% de encuestados que ha dejado de fumar. El tabaquismo puede causar  50 enfermedades diferentes, y esto se debe a la gran cantidad de sustancias químicas que el cigarrillo contiene en su composición. Sustancias que  tienen consecuencias nocivas para la salud y son responsables de causar cáncer en diversos órganos; enfermedades pulmonares como bronquitis y enfisema; enfermedades cardiovasculares como hipertensión, infarto y accidente cerebrovascular; impotencia; enfermedades reumáticas; úlceras gástricas. Incluso las personas que fuman poco o los fumadores pasivos pueden sufrir  alguna enfermedad relacionada con este hábito.

Si nos referimos al alcohol, sorprende que la ingesta máxima recomendada en nuestro país duplique la de Francia  y cuadruplique la de Holanda. El consumo de alcohol está generalizado en la sociedad española y permanece estable desde hace tiempo. Más del 75% de la población general consume alcohol de forma más o menos habitual. Y el consumo aumenta de forma considerable durante los fines de semana. El alcohol no está sólo implicado en la cirrosis o en accidentes de tráfico, sino que se considera un factor clave en más de 200 enfermedades , entre ellas, un gran número de tumores o una mayor susceptibilidad a infecciones como la tuberculosis y la neumonía.

Respecto al sedentarismo las cifras no mejoran, sólo el  32,4% de los españoles dice practicar diariamente ejercicio pero, el 27,4% reconoce no hacerlo nunca o casi nunca. La  OMS define como inactivas a aquellas personas que realizan menos de 90 minutos de actividad física semanal. Señala la OMS que, al menos, un 60% de la población  mundial “no realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios para la salud” y que, además, España es uno de los cuatro países más sedentarios de Europa. Nuestro organismo necesita movimiento, está programado para moverse y  no hacerlo trae consecuencias como: sobrepeso, obesidad, depresión, algún tipo de cáncer, propensión a enfermedades cardiovasculares,  hipertensión. Las personas sedentarias tienen un 30% más de posibilidades de morir de manera prematura e incluso, las mujeres, se ven más afectadas por los efectos de la menopausia.

Existen pruebas concluyentes de que un estilo de vida saludable basado en ejercicio físico regular, una dieta sana y equilibrada, una tensión controlada y la ausencia de tabaco conducen a una vida más larga y, lo que es más importante, infinitamente más saludable.

¿Quién, un 31 de diciembre,  no se ha hecho el firme propósito  de empezar a ir al gimnasio, dejar de fumar, adelgazar unos kilitos, comer más sano, vivir menos estresado, dedicar más tiempo a sus hobbies y, a finales de enero, ya se ha dado por vencido? Las  personas siguen sin llegar a ser capaces de cumplir los objetivos que se marcan, incluso, cuando son conocedoras de que su salud y calidad de vida aumentaría considerablemente.

Un Coach de Salud, un especialista, que haga de intermediario entre el médico y el paciente es ahora necesario. Nuestros patrones de conducta respecto a la salud son paternalistas, esperamos a sentirnos enfermos para visitar al médico y esperamos a que  éste nos diga qué es lo que tenemos que hacer: dejar de fumar, dejar el alcohol, cuidar nuestra alimentación, seguir un tratamiento, evitar el sedentarismo y lo hace apelando al miedo, creándonos, incluso, un sentimiento de  culpa. Tampoco  nos dice cómo hacerlo o a dónde acudir  para que nos puedan ayudar a  cumplir nuestro objetivo.

El Coaching de Salud irrumpe con fuerza ante este panorama. Mostrándonos la estrecha relación existente entre la salud y los hábitos de vida. Haciéndonos tomar consciencia, responsabilizándonos de nuestra propia salud,  de nosotros mismos, de nuestro crecimiento y cuidado.  Empoderando al coachee (paciente), despertando sus motivaciones, comprendiéndolo, escuchándolo, potenciando la confianza en sí mismo y acompañándolo en el proceso.  Hay que señalar que, las posibilidades de éxito son muchísimo mayores si no estamos solos, si contamos con un compañero de viaje que nos acompañe en el gran proceso  que supone cambiar todo nuestro enfoque mental y adquirir hábitos nuevos.

A menudo sentimos tanto miedo ante diversas situaciones que preferimos ocultarlas y no decir nada. Sin embargo,  unas sencillas preguntas desde la perspectiva del coaching, nos ayudarán, notablemente, en situaciones del día a día. Descansar mejor, optimizar hábitos alimenticios, mejorar el ánimo y aumentar la autoestima, comenzar a hacer deporte, cuidar el aspecto físico, los hábitos de higiene,  ser capaz de afrontar la  enfermedad desde otra perspectiva que no sea el miedo, el dolor, la tristeza, poder cumplir un tratamiento.

Durante las sesiones, el coach acompaña  al coachee (paciente) a descubrir de qué manera su comportamiento presente, hábitos alimenticios, ocupaciones, preocupaciones, costumbres  etc., están afectando a su salud actual y amplía las perspectivas de actuación que le dan acceso a unos mejores resultados.

Se ha demostrado la efectividad del Coaching  de Salud para:

  • Reducir la hemoglobina glicosilada (HbA1c) en pacientes diabéticos.
  • Controlar el dolor en quienes presentan cáncer.
  • Disminuir los problemas emocionales.
  • Aumentar la actividad física.
  • Disminuir el índice de masa corporal en diabéticos después de 6 meses de sesiones de coaching reduciendo el colesterol y la ingestión de grasa.
  • Incrementar la pérdida de peso, hacer más caminatas en pacientes con afecciones cardiovasculares.
  • Aumentar la ingestión de frutas y calcio en mujeres  adolescentes.
  • Promover el bienestar en pacientes con fibromialgia.
  • Lograr mayor participación en las consultas de seguimiento, mayor adherencia al tratamiento médico, reducir el número de consultas a largo plazo y menos hospitalizaciones.
  • Intervenir en el tratamiento de adicción a sustancias.

 

Imagina, por un momento, que ha pasado el tiempo, ahora tienes 75 años, ¿Cómo te ves?¿Cómo te sientes ante esa visión?¿Cómo te gustaría llegar a esa edad? ¿Qué estás haciendo  para conseguir ese objetivo? ¿Qué hábitos deberías empezar a   cambiar para conseguirlo? ¿A qué esperas para tomar acción? ¿Con quién podrías contar?

Tu salud es tu responsabilidad, y la prevención es tu arma más poderosa ¡no lo olvides!

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