
“Si hay trato, amigos pueden ser el perro y el gato”
Vivimos una época de crispación, de polarización social. Parece como si, por una absurda razón, todo tuviese que estar dividido en dos bloques. O eres de derechas o eres de izquierdas, o eres católico o eres ateo, o eres feminista o eres machista, o eres hospitalario o eres un xenófobo, o estás conmigo o estás en mi contra y así, con millones de ejemplos.
Si no piensas como yo no me sirves y te conviertes en mi enemigo. Hemos dejado de decir todo lo que pensamos porque, si lo hacemos, se nos puede complicar la vida. En lugar de dialogar y llegar a acuerdos tratamos de “machacar” al rival.
Llegar a un acuerdo con el otro se ha convertido en un verdadero arte, son muy pocas las personas que hoy en día tienen esa habilidad social, ese “don”.
La palabra acordar (ponerse de acuerdo), proviene del latín accordare, la partícula ac significa “asimilación” y el término cor, quiere decir “corazón”. Sería algo así como “unir los corazones” y ¿cómo unimos nuestros corazones? Conversando
Mariano Sigman, reconocido neurocientífico argentino, lleva años estudiando la forma en que la mente humana toma decisiones y asegura que: “sólo hacen falta dos minutos para llegar a un acuerdo entre rivales”. Explica que: “cuando decidimos algo muchas veces no sabemos por qué y puede ser simplemente una decisión rápida e intuitiva, pero en cuanto debes argumentar te das cuenta de posibles errores en tu razonamiento. Hemos abandonado el diálogo porque no creemos que funcione, tenemos que propiciar las condiciones. El simple hecho de conversar con otros, en dos minutos, mejora notablemente el procedimiento de toma de decisiones anclado en procesos poco eficientes. Conversar es eficaz”. Y añade: «La razón conserva su fuerza, pero no en Twitter; tiene fuerza en los lugares en los que puede desarrollarse la comunicación humana».
En tiempos de posiciones irreconciliables, de acuerdos imposibles descubrir que las personas estamos perfectamente preparadas para entendernos es un verdadero regalo.
Un individuo que realmente quiere llegar a un acuerdo con otro requiere de empatía, esto no significa que compartamos las mismas opiniones o argumentos, tampoco que estemos de acuerdo, simplemente que seamos capaces de mirar nuestra realidad de otra manera, de entender la vida emocional del otro en toda su complejidad.
Practicar la escucha activa es demostrarle a nuestro interlocutor que lo respetamos, que nos importa y que queremos llegar a fundirnos con su forma de pensar, con el objetivo de entenderlo para luego volver a nuestra posición, pero esta vez, con perspectiva, enriquecidos, habiendo abierto nuestro pensamiento a una nueva y diferente postura.
Pero ¿cómo llegar a comprender a una persona? Haciéndole preguntas abiertas, cuestiones cuya respuesta no sea un sí o un no, sino que le permitan expandir sus ideas.
Cuando llegue tu turno, comunica tus necesidades, deseos, anhelos de manera asertiva, es decir, de forma clara y considerada, desde el equilibrio, teniendo en cuenta que existen otros puntos de vista.
Si hay asuntos que no son negociables, sé claro y respetuoso a la hora de manifestarlos. Para ello, usa un tono de voz tranquilo, sin alterarte, si lo haces así, nadie se sentirá atacado y podrás continuar con tu exposición.
A estas alturas, ya habrás encontrado algún aspecto en común entre ambos, aférrate a él. Hacerlo ayuda a encontrar cooperación en el tema en cuestión y a llegar a algún tipo de pacto.
Una vez que han quedado claras las posturas, mantente enfocado en la solución, en llegar a un acuerdo. Esto disminuye la posibilidad de que la discusión se salga de madre y genere un desacuerdo desagradable.
No se trata de ganar o perder, deja tu ego a un lado. Es necesario hacer pequeñas concesiones para llegar a un trato.
Y, por último, debes anotar el acuerdo, ponerlo por escrito, esto asegurará que ambas partes lo entiendan perfectamente y que no haya cabida para malos entendidos.
Que bueno leerte. Y lo que dices, muy cierto “¿cómo unimos nuestros corazones? Conversando”. Un abrazo!
Sí, conversando y poniendo todos nuestros sentidos en la persona que tenemos delante y nos habla. Gracias por tu comentario. Un abrazo grande